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pero el ejército babilonio persiguió a Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, y los babilonios lo capturaron. Entonces lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí Sedequías recibió su sentencia. Ante sus propios ojos degollaron a sus hijos, y después le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.

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